lunes, 20 de septiembre de 2010

Filosofía de la calle

Hoy, muy a mi pesar, fui al doctor y me pareció eterno y me pareció parecido a lo que siempre fue, y mientas me debilitaba más que nunca en la larga espera en el mundo que es la antesala de desesperanza, pensaba; para que quiere mi hijo tanto juguete en su recamara, si de tanto ya ni espacio le queda para jugar y acaso sólo puede jugar con uno a la vez.


La enfermedad

Siento sobre mí, la piel de un lobo estepario. Recién se la han quitado y es por eso que de entre el pelaje se desprende un húmedo hedor como un escalofrío que me recorre todo y parece que se percibe aun el espasmo de un ritmo que alguna vez irrigo sangre al sagrado animal.
No puedo estar en paz, porque al pegajoso líquido baboso nunca me voy a acostumbrar, si es que este no se vuelve parte de mí antes sin darme cuenta.

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