No hay tiempo que perder, el camino está trazado y las oportunidades parecen infinitas, realidades son las que necesitamos, la madures de una idea recogida de las calles donde fue dejada a su propia suerte.
Merecemos una nueva perspectiva, un mundo mejor, en el que la realidad nos abotague y se respire por los poros. Vomitemos las construcciones intencionalmente banales y llenas de pericias embaucadoras.
Es hora de decidir y mantener una postura firme ante las inclemencias que se avecinan, esperemos con ilusión el reverdecer del terciopelo de la vida, en el que renacerán las margaritas como gotas de agua en forma invertida, que nos dan las premisa de el desbordamiento anhelado.
Felicidades a todo los presente y ausentes
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