miércoles, 8 de octubre de 2008

Que injusticia

La mañana del martes me levante tarde para ir al trabajo y me fui en el colectivo eran como las 8:30, la hora del trafico y de las aglomeraciones en todas partes por la entrada de todo mundo a trabajar.

En el camión tuve que meterme a fuerzas y a pesar de que íbamos retacados en cada parda luchaba la gente por subir y la mayoría lo lograba, no es raro encontrarte con cada cosa pues todo lo que uno puede ver es lo que esta a una visión muy estrecha de donde uno se encuentra porque son pocos los privilegiados que van sentados y viendo el paisaje de camino.

Me sorprendí al ver un señor que estaba atan gordo que no cabía en el asiento, y al ver sus manos, pensaba que difícil ha de ser tener unas manos tan enormes y por otro lado en el asiento de adelante observe una mano que se aferraba al tubo del asiento para no caerse en los arrincones que daba el camionero, esa mano no tenia dos dedos, que impresión.

Por una parte uno con unas manos enormes y por otro lado el que la tenia nicompleta, que ironía la vida no, hay mucho que aprender en los pequeños detalles que te plantea la vida.

Por fin después de mucho rato de angustia por poder respirar dentro de esa multitud que se movía cada cuadra hacía adelante y hacia atrás, pude bajarme con dificultad y una cuadra después de donde me tenía que bajar, y ya i me enoje es normal, nada es perfecto.

Bueno el siguiente, camine hasta quedar ubicado en la estación del siguiente autobús y como imagine que iba a esperar un buen rato saque mi libro de Alejandro Jodorowsky e intente leer, pero con tanta distracción fue difícil. De reojo podía ver a un perro de esos que el pelo no los deja ver ni por donde caminan y que paseaba por la en medo de la calle retando a los carros que con desesperación le pitaban para que se quitara, pero una vez de plano casi lo aplastan y esa angustian de todos los que lo presentes y que no sabíamos que hacer nos tenía de nervios y cuando intentaba de concentrarme el perro se ponía enfrente de una carro y me volvía a distraer porque no quería presencian en frente de mi como apachurraban al pobre infeliz.

En realidad no pude hilar muchas ideas de la lectura que intentaba hacer, y cuando por fin el perro se fue y estaba a punto de introducirme al mundo loco de Jodo, que escucho que alguien me grita, oye *** que Haces aquí, levante la mirada y en lo que tarde en enfocar ya estaba enfrente de mi y tocándome el hombro con su mano derecha, era una compañera del trabajo y me decía que alguien le iba a dar un aventón que seguramente nos podría llevar a los dos, acepte y caminamos hasta encontrarnos con su amigo.

Por fin nos subimos al carro después de un reclamo de parte de su amigo por que había llegado tarde y ya la estaba esperando, mientras íbamos en al trayecto me fije que despreocupado estaba y que feliz estaba de ir a trabajar que todo parecía ordenado vive en una zona bonita y el dinero no perece faltarle, después en la conversación también supe que trabajaba donde mismo que yo pero mas tranquilo un trabajo que le permitía estar relajado y ganar bien, la verdad me confieso egoísta y pensaba que la vida parecía injusta, mientras yo sabia de muchos amigos que se la pasaban trabajando a marchas forzadas y que a duras penas tenían para comer así como yo, el que no hacia ni la mitad de lo que nosotros disfrutaba mas de la vida sublime del consumismo y del glamour.

Muchas veces he pensado si es que no habremos equivocado la profesión, ese no es el camino para ser felices y triunfadores ante la sociedad, es frustrante y pensar que yo soy de una clase privilegiada a diferencia de las personas con las que me roce en el dichoso colectivo, y ellos a quien le tienen que rezar para poder vivir.

1 comentario:

  1. La diferencia de nuestra profesión a otras es la PASIÓN (y digo nuestra porque yo también estuve en esto de lo educativo), y sí, lamentablemente no es tan bien remunerada como otras. Uno trabaja y trabaja tal vez haciendo y/o creyendo en una utopía. Pero eso nos hace seguir aquí, seguir creyendo que las cosas se pueden hacer mejor, que queda mucho por aprender, por cambiar, por transformar y por brindar a los otros (dígase maestros, compañeros, amigos, alumnos, etc...)y uno sigue luchando y creyendo, y creyendo, y creyendo...
    ¿alguien podría poner un precio a esa labor?, ¿quién estará dispuesto no sólo a pagarlo, sino a reconocerlo?.

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